Los cangrejos de río son crustáceos decápodos pertenecientes a las superfamilias Astacoidea y Parastacoidea (dos de las cinco superfamilias de la infraorden de los Astacidea) de agua dulce. Respiran mediante branquias parecidas a plumas y se encuentran en masas de agua que no se congelan hasta el fondo, abundando en arroyos y ríos donde pueden guarecerse de los depredadores. La mayoría de los cangrejos de río no tolera el agua contaminada, aunque algunas especias como la invasiva Procambarus clarkii son más resistentes. Se alimentan de animales y plantas vivas y muertas.
El estudio de los cangrejos de río se denomina astacología.
Viven en las aguas dulces de todos los continentes, con tal de que no lleguen a helarse hasta cerca del fondo durante el invierno. Rehúyen las corrientes rápidas y son animales de costumbres nocturnas. La presencia de cangrejos es un buen indicador de la calidad de las aguas aun cuando no son demasiado exigentes en este aspecto.
Se alimentan de cualquier materia orgánica, incluso carroña. Tienen muchos depredadores a lo largo de su vida: insectos, peces, pájaros y mamíferos, como por ejemplo la nutria.
La cópula va precedida de una lucha, a veces con heridas mortales, entre el macho, que tiene pinzas, y la hembra. Cuando el macho consigue tumbar a la hembra expulsa el semen por la base de las falsas patas (pleópodos) del abdomen. En el cangrejo de río ibérico la fecundación de los huevos ocurre un mes tras la cópula.
Los cangrejos de río presentan una morfología externa más alargada que el resto de cangrejos, lo que los hace similares a pequeños bogavantes.
Como en el resto de crustáceos decápodos, su cuerpo está formado por 19 segmentos corporales agrupados en dos partes principales, el cefalotórax y el abdomen. Cada segmento puede poseer un par de apéndices, aunque en varios grupos pueden estar sido reducidos o eliminados. De media, el cangrejo de río crece hasta unos 17,5 cm de longitud.
Los cangrejos de río, como el resto de los artrópodos, mudan el exoesqueleto y si se encuentran en latitudes como las mediterráneas invernan durante unos meses.